Malos presentimientos
Soy de aquellos seres que viven subyugados por las supersticiones negativas
"Tu sabes bien que sin ti no funcionaré,/ Seria intentar volar sin alas/ Tu sabes bien, sin ti el invierno será muy cruel/ Ya no habrá hogueras en mi playa" La Ley
Toda despedida es una muerte. Y en una despedida, alguien se va y alguien se queda. Sufre más quien se queda, pues quien se va tiene todavía la aventura por delante, el riesgo lo acompaña. Quien se queda, se aloja en la tibieza de su hogar.
Hoy he aprendido, con un terrible golpe, que es muy fácil lanzar piedras al aire y hacer añicos el propio techo. Soy tan débil, más bien cobarde. Me atormenta la culpa por lo hecho (que no es mucho, felizmente, pero es). He buscado cómo tranquilizar mi alma o cómo calmar este terrible sentimiento de culpa. He encontrado en la web solamente links que me llevan a páginas de católicos o cristianos que toda la solución la encuentran en Dios y en el entregarnos a él. Lo he intentado muchas veces, por el pavor que la vida me produce, por el dolor de saber que todo eso que temo llegará de todas maneras, quizá con mayor gravedad aun que los males que me amenazaban en el pasado. Quizá el error está en haber huido siempre. Y hoy, los males amenazan a mi hijo.