Friday, October 29, 2010

Anuncios de más dolor

Mi esposa tiene síntomas que en buena cuenta podrían ser el anuncio de la complicación de su salud. Eso lo sentí desde cuando se le detectó este terrible mal y, con mayor precisión, cuando su madre nos llamó para confirmar el diagnóstico temible justamente cuando nosotros tratábamos de distraernos en la festividad de la virgen patrona de aquel pueblito maravilloso. Lamentablemente, estábamos justamente en el cementerio. Desde ese momento intuí que esta historia tenía un final terrible pero previsible: la muerte de mi mujer, la orfandad de mis hijos, la terrible realidad de quedarme solo al mando de un buque que nunca supe conducir. Claro, dios sabe por qué hace las cosas, ja-ja. Risible.
Hoy iremos a su consulta, después de 6 meses. Y, con la realidad durísima que se ensaña contra nosotros: sin seguro y seguramente enfrentados al resurgimiento del cancer. Recuerdo ahora a ese cura que -dicen sus seguidores- sabe lo que sucederá. El cura la miró con lástima y le dijo que "ojalá te vaya bien, hija", como viéndole la muerte postrada en el rostro. Y ahora que yo digo esto, es eso lo que me sucede, le veo la muerte en el rostro, no sé cómo ni por qué, simplemente es lo que siento. ¿Qué vendrá después? Bueno, mis hijos me duelen desde ya. Perder a su madre es perdelo casi todo. Y solamente me queda intentar cubrir ese espacio, con mi incapacidad; quizá dios ha buscado demostrarme que sí valgo, tan gentil él. Absurdo, cruel.
Lo terrible es que sé lo que va a suceder y no puedo hacer nada contra ello.

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