Tuesday, May 11, 2010

Presentimientos tristes

Ayer llegó mi padre. Anoche, soñé que estaba saliendo de mi departamento y de pronto un perro chusco (un chaqu, como le dicen en mi tierra) me ladraba. Pero era insignificante y yo estaba montando bicicleta y quería darle una patada. Pero salió en mi defensa nuestra vieja perra dálmata (muerta hace años). Eso me dio alegría y hasta seguridad.

Ayer le vi a mi padre el rostro triste, como anunciándome algo malo, muy malo; una partida pronta de este mundo. Su despedida. Me asusté de presentir aquello y le pregunté que sucedía. Me habló del pecho y su tos.

Hoy me habló de todos los encargos legales que no debía perder de vista en caso de que él partiera. Me dolió. Le pregunté, pero su respuesta fue lacónica y simplemente evasiva. Como que sabe de algo y, no obstante, con hidalguía, con valentía, guarda silencio.

¿Una despedida? Quisiera que mis hijos gozaran de mis padres. Quisiera aun poder gozar de mis padres por un tiempo, disfrutar el viaje que nunca pudimos hacer en familia. Habían planes para ello. Pero estos sucesos de hoy parecen quitarle piso a los sueños.

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